jueves, 28 de junio de 2012

LA MACHINE À HABITER




LA MACHINE À HABITER[1]
La villa Saboya en Poissy (Le Corbusier, 1929) ejemplificará y militará como el mejor testimonio construido de los Cinco Puntos de la Nueva Arquitectura enunciado 3 años antes por el propio LC.  65 años más adelante Rem Koolhaas reinterpretará dicho diagrama (formal, programático, político…) en una colina a las afueras de Burdeos de la siguiente manera:
-       En ambas casas la narración es de abajo hacia arriba. La planta baja Corbuseriana trata de desaparecer mediante tres estrategias; la primera consiste en retrasar el plano de la fachada del perímetro real de la casa. La segunda consiste en decorar[2] (literalmente, porque su origen es blanco) la superficie de la fachada pintándola de verde oscuro. La tercera pasa por oponerse a su naturaleza geométrica mediante la curva. Únicamente los telegráficos pilares blancos testimonian su razón estructural. La planta baja Koolhaasiana también finge no estar mediante estrategias equiparables; la primera consiste en desencajar la planta baja de la superior (desplazando tres de sus fachadas) y desmaterializar dicho plano de cerramiento (retrasándola perceptivamente hasta sus elementos interiores) mediante un vidrio casi sin carpintería. La segunda también es decorativa exhibiendo suntuosos cortinajes o cilindros de metal cromado. La tercera es mimética a la del maestro suizo; el cilindro que aloja la escalera de caracol enfrenta su naturaleza circular a la hegemonía ortogonal. La notable presencia estructural se pervierte para subrayar la capacidad de la arquitectura (constructivista) de superar la ley de la gravedad.
-       La primera planta representa la perfección simbólica del cuadrado, el triunfo de la razón y su epítome volumétrico mediante fenetres en longeur canónicas. La militancia del LC de los 5 Puntos le obliga a hacer mirar a la casa exactamente de la misma forma en sus cuatro fachadas. Las estancias se reparten racionalmente en el lienzo en blanco del cuadrado. La otra primera planta también representa se contamina con un racionalismo estructural de raigambre francés (desde Laugier hasta Prouvé) deformado, sin embargo, para atender al programa y a las distintas solicitaciones (su tensión la denota el gran ojo orientado a Sureste). Los huecos escogidos serán también repetitivos (en este caso circulares) pero su lógica será dinámica, relativa o reveladora[3]. Las estancias reproducen, aunque con intensidad hedonista, el pragmatismo  demandado por el uso.
-       La última planta del recorrido (en este caso la segunda) se centrará en no perturbar la lectura nítida del volumen mediante lecciones ya aprendidas como retrasar el plano de la fachada y emplear geometrías disonantes de curvas libres. El uso como atalaya es prácticamente exclusivo. La concepción de la última planta en Burdeos (por debajo de la cota de acceso en este caso, la peculiar topografía fuerza a modificar el orden de los estratos - véase la posición relativa de los pilotis en el edificio de apartamentos en Argel de LC en 1933[4]) es un reflejo curvilíneo de su predecesora. Incluso el muro de contención, seducido por la voluptuosa geometría libre, se pliega y adelanta igualando la quebrada fachada Corbuseriana. La especie de semicírculo para acceso de coches no hace más que reforzar dicho tributo.
Y de la promenade architecturale con la rampa/plataforma, mejor no hablemos



[1] “Une maison est une machine-à-habiter”, LE CORBUSIER, Vers une Architecture, 1923
[2] Atendiendo a la 1ª acepción de la RAE: Adornar, hermosear una cosa, o un sitio
[3] OMA-REM KOOLHAAS (1996-2006), El Croquis Editorial, 2006, Madrid
[4] BOESIGER, Willy, Le Corbusier, Editorial Gustavo Gili, 1995, Barcelona

lunes, 25 de junio de 2012

Casa T en Torrelodones


Ejecución de la fábrica de ladrillo klinker blanco en la fachada Norte. Seguimos adivinando la volumetria